viernes, 24 de junio de 2016

¿Cómo afecta el calentamiento global a la salud?


Proyecciones prevén aumentos de problemas de desnutrición y enfermedades respiratorias.



Hace apenas unas semanas la Organización Mundial de la Salud (OMS) lanzó una advertencia preocupante: “El cambio climático representa la mayor amenaza para la salud mundial del siglo XXI”.

El mensaje no pasó inadvertido, toda vez que muchos tienden a pensar que las implicaciones del cambio climático se restringen exclusivamente a lo ambiental.



Al respecto, Gilma Mantilla, profesora del departamento de medicina preventiva y social de la Universidad Javeriana, sostiene que hay evidencia científica que señala que la variabilidad y el cambio climático constituyen un riesgo importante para la salud de las personas.


De acuerdo con Mantilla, tales riesgos se producen directamente por la variabilidad de la temperatura, las lluvias, la ocurrencia de olas de calor o frío, las inundaciones, las sequías y los incendios.

“Indirectamente, la salud puede ser alterada por trastornos ecológicos provocados por la variabilidad y el cambio climático; por ejemplo, las malas cosechas, la distribución espacial de vectores a regiones donde antes no existían o desplazamiento de poblaciones debido a eventos de clima asociados con excesos o defectos en la precipitación como inundaciones o sequías prolongadas”, considera la docente.

Estos efectos no se dan en forma igual en la población sino que son modificados por varios factores, como la situación socioeconómica de las comunidades, su situación de salud y su nivel de adaptación.

La variabilidad del clima también puede afectar la distribución de los contaminantes químicos en el agua, por la intensificación de los impactos de ciclos de sequías o inundaciones, en medio de fenómenos del Niño o de la Niña, lo que aumenta el riesgo de aparición de efectos mediados por la contaminación o falta de agua.

La disminución del líquido puede incrementar la contaminación de alimentos por déficits higiénicos, mala disposición de aguas residuales y las limitaciones energéticas conllevan carencias en procesos de refrigeración y conservación de alimentos.

La investigadora destaca que los eventos de lluvias intensas durante estaciones secas preceden aumentos en el tamaño y distribución de las poblaciones de mosquitos y causan, además, contaminación biológica del agua potable y un mayor riesgo de aparición de las enfermedades transmitidas por vectores, como el dengue y la malaria.

Felipe Guhl, director del Centro de Investigaciones en Microbiología y Parasitología Tropical Cimpat, de la Universidad de los Andes, asegura que se ha demostrado que el aumento de la temperatura efectivamente impacta la transmisión de enfermedades por vectores como el dengue, el chikunguña y el zika.

“Con el vector que transmite estas enfermedades, el Aedes aegypti, experimentalmente se ha demostrado que, en la medida en que aumenta la temperatura, el estadio del desarrollo del insecto se acelera significativamente, su ciclo de vida es más corto y hay mayor transmisión”, explica el investigador.

Prueba del cambio, según Guhl, es que anteriormente el Aedes estaba restringido a ciertas áreas rurales y hoy está ‘urbanizado’, con la complicación de que el dengue es un problema realmente serio, más en países como Colombia donde existen los cuatro serotipos y el hemorrágico, que es agresivo y mortal.

“Lo que vamos a tener en el futuro no solo va a ser el chikunguña, sino una nueva serie de virus transmitidos también por insectos. A Colombia ya llegó el zika, y España ya tiene casos autóctonos de malaria, que anteriormente era importada de África”, dice.

Desde su especialidad, Guhl también anticipa un cambio importante en el desarrollo de parásitos (plasmodium) dentro de los insectos demostrado, por ejemplo, en la malaria. No solo se disminuye el desarrollo del ciclo del vector sino también lo hace más rápido en las glándulas salivares del insecto, de nuevo aumentando la transmisión.

En su edición de julio, la revista The Lancet señaló que entre los principales riesgos para la salud pública, causados por los daños ambientales, están la contaminación del aire que puede causar alergias y asma.

Además, según el mismo informe, las sequías podrían conducir a una disminución de la agricultura, escasez de alimentos y una pérdida de los ecosistemas podría impulsar plagas en contacto con los seres humanos.

“Cuando el cambio climático está enmarcado como un problema de salud, en lugar de ser simplemente un desafío ambiental, económico o tecnológico, se hace evidente que estamos frente a una situación que golpea en el corazón de la humanidad”, escribió el editor de The Lancet, Richard Horton.




El más reciente informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) advirtió que los países en desarrollo serán los más afectados con el cambio del clima.

Además de las enfermedades mencionadas, mundialmente en el siglo XXI, las proyecciones del IPCC indican que la magnitud y severidad de los impactos negativos primarán. Dicha vulnerabilidad solo se podría reducir si a corto plazo se aplican y mejoran las medidas de salud pública básica como la disposición de agua limpia, saneamiento con vacunación y mejora de la pobreza.

Para el 2100, en el caso del escenario de altas emisiones, las proyecciones apuntan a que la combinación de una elevada temperatura y humedad, en algunas regiones durante ciertos períodos del año, afectarían actividades humanas como la producción de alimentos o la posibilidad de trabajar en exteriores.

La escasez de alimentos ocasiona desnutrición que en poblaciones al límite o con problemas previos de este tipo puede incrementar las infecciones de todo tipo por baja de las defensas. La gastroenteritis e infecciones respiratorias aumentan significativamente su incidencia y pueden tener desenlaces fatales en niños y ancianos.

Entre los pocos efectos positivos del fenómeno ambiental, el Grupo estima que haya pequeñas reducciones en la mortalidad y morbilidad relacionadas con el frío, donde sus poblaciones han sufrido tradicionalmente por las temperaturas extremas.

En Centroamérica y Suramérica

Germán Poveda, docente del departamento de Geociencias y Medio Ambiente de la Universidad Nacional de Colombia en Medellín y miembro del (IPCC), advierte una preocupación por los umbrales tolerables en las temperaturas de las Américas tropicales.

Según el docente, los habitantes del trópico serán los más vulnerables a las enfermedades sensibles al clima, como la malaria, el dengue, la fiebre amarilla y leishmaniasis.

Como efecto del cambio climático sobre el nivel del mar, tal y como lo advirtió Poveda en un congreso mundial en Alemania sobre el tema, se pueden ver contaminadas las reservas de agua dulce y la salinización de los suelos.

En Colombia

Según el meteorólogo Max Henríquez Daza, los fenómenos del Niño en los últimos 65 años muestran que son erráticamente cíclicos, pero su comportamiento extremo, es decir, los calentamientos muy fuertes del Pacífico, conocidos como ‘super-Niños’, han venido mostrando unas tendencias ascendentes que podrían estar asociadas con el cambio climático.

El jefe de la Oficina de Gestión Territorial, Emergencias y Desastres del Ministerio de Salud, Luis Fernando Correa, considera que, concretamente en esta etapa del fenómeno en el país, hay tres grandes efectos.

Primero, las enfermedades de transmisión vectorial (dengue, malaria, chikunguña y el zika) pueden tener un incremento.

En segundo lugar, de acuerdo con el Ministerio, está el problema de la disponibilidad de agua potable, porque hay más de 200 municipios en el país con estas dificultades, por lo cual el Gobierno teme que aumente la transmisión de hepatitis y enfermedad diarreica aguda por contaminación de alimentos.

Tercero, aunque el fenómeno implique que hay una disminución de lluvias no significa que se acaben del todo y, en menor medida, puede haber inundaciones con las cuales habrá que estar atentos por la eventual aparición de infecciones respiratorias agudas e incrementos de los accidentes ofídicos por mordeduras de serpientes.

“Estamos haciendo la vigilancia epidemiológica para identificar el incremento inusual de algún brote de enfermedades asociadas al fenómeno del niño, pero, por ahora, desde los reportes del Instituto Nacional de Salud, no se ha evidenciado un impacto”, explicó Correa.

Claves para hacerle frente a las nuevas condiciones del clima

Información. Que esta se produzca y llegue a donde debe llegar, porque cuando la población recibe educación en salud de manera adecuada previene y hay sostenibilidad en acciones de control.

Compromiso municipal. Cuando no hay educación, vigilancia y monitoreo sostenidos del riesgo climático, los eventos sensibles al clima seguirán, más cuando una buena parte del país cuenta con la presencia, por ejemplo, del ‘Aedes aegypti’ y ausencia de agua potable.

Acciones. Se recomienda inversión en investigación sobre eventos sensibles al clima y en el desarrollo de un observatorio de clima y salud que permita tener evidencia científica en el país para mejorar el proceso de toma de decisiones en el sector. También es importante el trabajo inte rsectorial para lograr medidas de mitigación (energía renovable, transporte masivo, mantenimiento de fuentes hídricas) que permitan generar mejores condiciones de vida para la población y así mejorar los indicadores de salud.

Monitoreo. Mejorar la vigilancia de enfermedades sensibles al clima y monitorear las áreas que por cambio en la variabilidad del clima puede empezar a exponer a la población a el riesgo climático.

Atención en salud. Se hace necesario sensibilizar a los prestadores de servicios y profesionales de la salud en los efectos del riesgo climático con el fin de que las intervenciones de atención en salud estén acordes con incrementar las acciones de promoción, prevención e intervención para los factores de estrés ambientales.

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