La
deforestación y el cambio climático están acabando con los ejemplares más
antiguos de secuoyas, fresnos gigantes o baobab.
Algunos
de los árboles más grandes y viejos del mundo ya estaban en el planeta cuando
la mayoría de los humanos vivía literalmente en la Edad de Piedra. Sin embargo,
un abanico de acciones humanas, como la tala, la degradación de ecosistemas y
ahora el cambio climático están acabando con los ejemplares más antiguos de
secuoyas, eucaliptos de 100 metros o árboles tan mágicos como el baobab. Lo
peor es que ya no existen las condiciones para que los ejemplares más jóvenes
alcancen la altura y edad de sus antecesores.
Aunque
hay muchas especies de árboles milenarios, solo unas pocas crecen durante
siglos hasta alcanzar los 50, los 100 y hasta los 115 metros que superan
algunos ejemplares de secuoya roja. No hay una categoría bien definida de lo
que los botánicos llaman LOT, Large Old Trees (grandes árboles viejos, en
inglés). Tampoco hay fijado un mínimo de altura o envergadura para determinar
qué es un gran árbol. Un dato objetivo es el carácter central que juegan en su
ecosistema. Y un dato subjetivo es la majestuosidad que inspiran a los humanos.
Por
eso LOT son las dos especies de secuoyas que crecen en la costa oeste de EE UU,
el fresno de montaña (Eucalyptus regnans) que crece durante 400 años hasta los
100 o más metros o el Petersianthus quadrialatus, una especie de palo rosa que
crece en Filipinas. Pero también son árboles viejos y grandes los abetos de más
de 50 metros que hay en el viejísimo bosque de Bialowieza (Polonia) o el baobab
africano que en algunas especies alcanza los 30 metros de altura y más de 10 de
circunferencia. Casi todos ellos están en retirada.
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